domingo, 11 de noviembre de 2012

Un Fuenlabrada patético pierde su identidad en Gran Canaria

El conjunto de la isla humilló a un Fuenlabrada noqueado y moribundo por un claro 73-52. Al descanso, los fuenlabreños acumulaban la irrisoria cifra de 19 puntos. Los visitantes fueron un juguete en manos de los canarios. El Fuenla está muerto y, lo más grave de todo, es que lo peor está por llegar.

No lo encuentro lógico, ni tampoco con sentido, hacer una crónica del esperpento de partido que el Baloncesto Fuenlabrada ha disputado este mediodía en Gran Canaria. Se resume muy fácilmente. Los jugadores no creen en ellos mismos. El entrenador está totalmente perdido. Los aficionados están desilusionados y cabreados. ¿Solución? Cambios, varios cambios. A buen seguro que llegarán en las próximas semanas. De hecho, ahora Fuenlabrada disputa dos partidos seguidos en el Fernando Martín. Sí, aquel campo en el que ganar era una odisea para cualquier rival, donde todos sudaban sangre, donde los aficionados se dejaban las gargantas hasta la última milésima de segundo, donde....¿dónde está ese Fernando Martín?

Pérdida de valores fundamentales

Un equipo pequeño como el Fuenlabrada debe tener por bandera la lucha y entrega constante de su plantilla. El esfuerzo máximo cada segundo. La unidad y compromiso de todas y cada una de las personas que conforman el club. Cuando esta tela de araña comienza a fragmentarse, todo se viene abajo y nada funciona. Las piezas del puzzle deben encajar y no puede faltar ni una sola, pues todas son imprescindibles.

La realidad del Baloncesto Fuenlabrada es justamente la contraria. Es una crónica de una muerte anunciada. Hay que poner un remedio cuanto antes, pues aún hay tiempo para reaccionar. Los jugadores han perdido la confianza y, en cualquier deporte, cuando compites sin creer en ti mismo lo normal no es perder, es caer humillado día tras día. La desesperación puede cubrir el cielo fuenlabreño. Ahora todo son nubarrones que anuncian tempestad, pero después siempre viene la calma. Falta encontrar el duro y dificil camino par hallarla.

¿Rodarán cabezas?

Una cosa está clara. Hay gente que debe salir del barco, empezando por su propio capitán. No vamos ahora a andarnos con rodeos. No pasada nada señalar con el dedo a los culpables, que son todos, pero para este servidor dos figuras deberían salir cuanto antes del club, por el bien del mismo.

La primera es el entrenador. Porfi Fisac es un maestro, un técnico que encaja perfectamente en un club como Fuenlabrada. Ha demostrado ser capaz de hacer bloques tan fuertes como aquel Valladolid de hace tres temporadas que participó en Copa del Rey como cuarto clasificado. Sin embargo, no pasa nada por reconocer que desde que arrancó la temporada no ha sabido llevar al equipo. Es más, da la sensación de que los jugadores tampoco creen en su entrenador.

Da mucha pena pensar o tener la intuición de que un entrenador que parece ser cercano a sus jugadores, que vive el baloncesto y que se muere por su club tenga que abandonar la disciplina por el bien del mismo. Sin embargo, no parece haber otra escapatoria. A nivel deportivo, como decimos, no está sabiendo gestionar la plantilla. El 'jueguecito' de poner a Jon Cortaberria de base me sigue pareciendo una irresponsabilidad absoluta. Él solito -el mister- ha generado el debate de los bases al empeñarse en no usar a Quino Colom y Sergio Sánchez los 40 minutos. Sean buenos, malos o regulares. Es lo que hay y no sirven experimentos inútiles. Me temo que el crédito se agota y, como decimos, lo peor está por llegar. Dos partidos seguidos en casa, ante Bilbao y Barcelona, con el baloncesto a rachas y sin transmitir confianza que lleva desplegando el Fuenla en el Fernando Martín, donde acumula tres derrotas en otros tantos partidos en lo que llevamos de temporada.

El otro que debe ser cortado o, mejor dicho, ya debería haber sido, es Chuck García. El chaval lo intenta, pero no se entera de nada. Le falta un mundo para adaptarse al baloncesto europeo. Sus números son lamentables -8/30 en T2 y 19 pérdidas en lo que llevamos de liga- y su capacidad de concentración no existe. No sabe leer el juego, no sabe posicionarse para defender, no sabe correr la pista, no sabe postear. Solo sabe precipitarse y hacer pasos.

La afición: a dar ejemplo

Se puede rajar del equipo todo lo que se quiera y más, para eso está la libertidad de expresión, pero como ahora la afición le de la espalda al equipo ya no hay remedios que valgan. Un club como el Fuenlabrada sin su gente no es nadie. Es comprensible la resignación, pero hay que serenarse, tomarse las cosas con más calma y pensar que todavía quedan 27 jornadas por disputarse.

Que cada aficionado que vaya en estos dos próximos partidos tire de historia si es preciso. Que vaya por aquel Ferrán López que daba hasta la última gota de sudor, por un tal Franky Solana que despertaba pasiones entre toda la grada o por el irrepetible Salva Guardia, capaz de levantar a toda una afición con sus gestos y entusiamo. Tristemente este tipo de jugadores no se repiten año tras año, no todos maduran igual. En la plantilla no hay ni un solo jugador con caracter capaz de tirar del carro. Pero para eso está la afición, para ser ese sexto jugador que lleve al equipo a ganar partidos imposibles, sea como sea.




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